El mayor enemigo del ser humano es el tiempo, el tiempo que pasa, que transcurre, que se escapa, y que cuando termina, es el final. Y se puede afrontar el problema de tres maneras: negándolo y luchando contra el tiempo, ignorándolo y viviendo al margen del tiempo o haciéndose aliado suyo y sincronizándose con el tiempo.
Cada estrategia ha dado lugar a todo un imaginario propio, que caracteriza mentalidades singulares, pero sin duda, la más propia del ser humano, la que permite reconocer lo mejor de cada momento, es la tercera: aliarse con el tiempo.
Aliarse con el tiempo es medirlo, contarlo, reconocer los múltiples ciclos. Y por ello surge el calendario, que permite distinguir las diferentes partes del tiempo, y separar las partes más relevantes de las menos importantes.
Cuando el ser humano se hace aliado del tiempo, reconociendo sus ciclos y sus partes, puede sincronizarse con él, sincronizar su propio tiempo particular con el Tiempo de la naturaleza, su vida con la Vida. Y esta es la mejor manera de afrontar el problema, el gran problema del ser humano: el tiempo que se escapa.Recientemente se ha descubierto en la cueva del Toril, en Otiñar, que hace 4500 años los habitantes de esa zona idearon un mecanismo para reconocer días singulares del año, como los solsticios y los equinoccios, aprovechando la diferente posición de las sombras proyectadas sobre la pared de dicho abrigo rocoso.
Este hallazgo es más relevante de lo que pudiera parecer a simple vista, porque supone ponerle nombre a los días, saber distinguirlos. Hace 4500 años, pese a las enormes diferencias formales entre los habitantes de Otiñar y nosotros, ellos, al igual que nosotros, ya conocían el nombre del tiempo y sus diferentes partes. Esto implica poder dominar el tiempo, viviendo los ciclos, adaptándose a ellos.
En nuestra concepción material de la existencia, solemos darle mucha importancia al desarrollo de los artefactos materiales y concretos, y valoramos, tal vez de manera exagerada, la producción y tenencia de ese tipo de tecnología. Pero creo que pasamos por alto, con demasiada frecuencia, conquistas más esenciales para el ser humano. Y ponerle el nombre a los días, que permita una sincronización del tiempo de nuestra vida con el Tiempo de la Naturaleza, eso, eso es profundamente humano, y nos da una clave.
Publicado en el periódico “Viva Jaén” por Manuel Ruiz.