Jaén es una provincia desconocida en muchos valores naturales, tradicionales e históricos. De entre la gran cantidad de elementos y ámbitos relevantes que se ignoran de Jaén, quizás uno de los más fascinantes sea el cambio que ha propiciado en el conocimiento y concepto que se tenía del período Neolítico en España, hasta el punto que, a juicio de los especialistas, los descubrimiento de Jaén han obligado a modificar los libros de Historia.
En 1995, la expansión urbana de la ciudad de Jaén, hizo posible el conocimiento de la existencia de una población, o “macro-aldea” (como fue llamado por los investigadores), merced a la obligación de realizar las pertinentes prospecciones arqueológicas previas a cualquier construcción. Desde el primer momento, las autoridades consideraron la importancia del hallazgo y declararon este espacio, la Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos (ZAMB), con el mayor nivel de protección que permite la Ley de Patrimonio de Andalucía.
La ZAMB se encuentra a los pies del macizo de Jabalcuz, en el inicio de la campiña que se extiende hacia el valle del río Guadalquivir, en el límite norte de la actual ciudad de Jaén.
La relevancia del descubrimiento estriba en muchos factores. En primer lugar, las dimensiones. Se trata de un gran asentamiento amurallado de la Edad del Cobre, que encierra 34 Has de espacio habitado, y se extiende hasta las 113 Has, si consideramos los campos irrigados, lo que le convierte en el mayor de la Península Ibérica. La importancia del hallazgo, unido al hecho de la intensidad de la demanda constructora en esa zona, ha hecho posible que se realicen gran cantidad de excavaciones. Un dato: desde 1995 hasta 2002, en la ZAMB se han llevado a cabo 271 excavaciones, lo que suponen miles de m3 de depósitos arqueológicos removidos. Y aún hoy, en 2007, se siguen realizando excavaciones.
Todo ello ha proporcionado una gran cantidad de información, de la que se ha podido deducir una sucesión cronológica de los 6000 años de historia en diecinueve fases. Este es otro elemento que refuerza la importancia del enclave, la antigüedad. Marroquíes Bajos (toponímico de la zona), se ha convertido, posiblemente, en el enclave ocupado por una población sedentaria, más antiguo de España.
De todas estas fases, las siete primeras se apoyan sobre elementos tecnológicos, las nueve siguientes sobre elementos culturales, y las dos últimas sobre evaluación del presente, por lo que los criterios no son comparables. Es decir, el criterio de importancia del descubrimiento, varía entre los grupos de fases.
Sin duda alguna, las fases neolíticas han arrojado los descubrimientos más relevantes de la Zona de Marroquíes Bajos. Pero también han sido muy interesantes los hallazgos de la época romana, para ilustrar el desarrollo del esquema de villas agrarias, o los descubrimientos en época andalusí, puesto que se ha encontrado el mayor cementerio intacto musulmán, lo que está aportando información de la vida cotidiana a partir del estudio de cientos de restos humanos.
Precisamente, la ingente cantidad de excavaciones ha permitido delimitar perfectamente la zona habitada, urbana, de la zona cultivada. E incluso, dentro de esta última, también se ha podido diferenciar la zona cercana al núcleo habitado, con estructuras y construcciones dispersas, de la zona cultivada más alejada.
En su fase de mayor extensión, en la Edad del Cobre, el núcleo urbano, de unas 34 Has, estaba delimitado por una muralla de adobe, de unos 3 metros de altura y 2 kilómetros de perímetro. Estas dimensiones, de por sí, son espectaculares. Pero lo más llamativo es la existencia de fosos concéntricos, llenos de agua, cinco de los cuales se encuentran en el interior del recinto amurallado (Figura 1), y otro más fuera del núcleo, todos excavados en la roca margosa. Las dimensiones de los fosos son también dignas de mención. La anchura de los mismos oscila entre los 1.5 y los 5 metros de profundidad, y una anchura entre 4 y 22 metros. El perfil excavado es en “U” y en “V”, y en muchos tramos se han encontrado refuerzos internos de adobe o piedras (lo que demuestra un trabajo de mantenimiento y conservación de los fosos) y la evidencia de circulación de agua. Sobre estos fosos se han encontrado la ubicación de pasos elevados, y junto a la muralla había levantadas torres semicirculares.
Se han planteado diversas hipótesis para explicar esta insólita disposición de fosos. Por un lado, se ha expuesto la hipótesis de que el conjunto de fosos y muralla se ha realizado con un carácter defensivo, en un momento en el que se iniciarían tensiones sociales entre diversas poblaciones de la zona. Según esta hipótesis, la construcción se habría realizado de forma paulatina, a lo largo del tiempo, conforme evolucionaba el núcleo urbano.
Otra hipótesis, sin embargo, plantea que todo el conjunto (cinco fosos concéntricos intramuros, una muralla y un foso externo tras una superficie dedicada a cultivos intensivos y estabulación de ganado) se habría erigido como un sistema unitario, en el transcurso de una sola generación (tal y como demuestra la datación con Carbono 14), con la intención de canalizar y regular los aportes hídricos de la cuenca inmediata. Esta función de drenaje y regadío se pone un tanto en entredicho al no haberse encontrado estructuras menores de conducción de agua, como acequias. Tampoco se han encontrado evidencias de cultivos exigentes en el aporte de agua.
No obstante, los propios arqueólogos observan dos constantes: una funcional, en la conducción de agua, y otra simbólica, en “obsesión por el círculo” (Zafra et al, 1999).
Esta obsesión por el círculo, no se limita a la, de por sí insólita, construcción de cinco anillos concéntricos de gran magnitud. La propia construcción de viviendas sigue tres modelos circulares. Se han encontrado viviendas consistentes en chozas de planta circular, con pared de troncos clavados en el suelo. Otro modelo consiste en oquedades circulares cavadas en la roca y techumbre vegetal. Y por último, auténticas cuevas excavadas en las margas. Además, se han encontrado combinaciones de estos modelos: chozas erigidas con troncos, con una cueva como sótano (Figura 2).
La superficie incluida dentro de la muralla (34 Has) permite la construcción de cientos de viviendas, lo que supone una dimensión poblacional insospechada para este período neolítico, al igual que el fuerte carácter sedentario. Se ha podido saber que tenían ganado porcino estabulado, zonas para almacenamiento de grano y de líquidos, amplios talleres metalúrgicos (de dimensiones mucho mayores a los que se encontraron en otros asentamientos del Calcolítico de la Península Ibérica). Se ha localizado lo que podría ser el centro de esta “macro-aldea”, donde habitase la clase dirigente, una especie de isla central. Se conocen detalles de su vida cotidiana, como el hecho de que incluían con frecuencia, pescado en su dieta, en concreto esturión (¿?), seguramente procedente de ríos próximos. No se ha excavado todavía la necrópolis del emplazamiento, lo que sin duda arrojará una información valiosísima sobre la realidad metafísica de este pueblo. Ya se han encontrado idolillos femeninos, con atributos que recuerdan a las representaciones de la diosa madre.
Como refuerzo de esta “obsesión por el círculo”, se ha encontrado cerámica decorada con anillos concéntricos (entre 3 y 5), con un trazo vertical que los une. Precisamente, el estudio de esta cerámica, que no es exclusiva de la zona (se ha encontrado también en Carambolo, Sevilla y Luzaga, Guadalajara), junto al hecho de los fosos concéntricos de Marroquíes Bajos, recuerda la descripción de Atlantis por parte de Platón, en el Critias. Hay un investigador (Díaz-Montexano desarrolla toda la idea de vínculo entre este yacimiento y el diseño atlante) que pone de relieve que las dimensiones que da el filósofo sobre la acrópolis de la mítica capital atlante difieren de las del núcleo de Marroquíes Bajos en sólo 54 metros. El diámetro del anillo exterior tiene 1900 metros, y la distancia mayor que Platón daba a los cinco fosos de Atlantis era de 11 estadios, que equivalen a 1953.6 metros (1 estadio = 177.6 metros). Por otro lado, este “diseño atlante” con fosos en círculos concéntricos, podría estar más extendido en el territorio ibérico. La evidencia de este sistema en la ZAMB, está propiciando contemplar otros yacimientos calcolíticos con otra perspectiva, según los arqueólogos de las excavaciones, lo que está planteando la posibilidad de que nos encontremos ante un auténtico modelo de diseño de los enclaves urbanos de esta época del Neolítico.
Otro aspecto innovador que ofrece esta macro-aldea de Marroquíes Bajos, es la consecuencia social que se deriva de ella. La “obsesión por el círculo” denota todo un universo de creencias y posiciones frente a lo sagrado y lo profano. Sin duda alguna, un estudio de los símbolos e imágenes de los innumerables restos materiales encontrados (y depositados en los fondos del Museo Arqueológico Provincial), así como del trazado del propio emplazamiento, a la luz de la Antropología Simbólica, ofrecería una visión muy interesante sobre la forma de entender la existencia de este pueblo varias veces milenario. El hecho de las dimensiones y complejidad del sistema de fosos y muro fortificado, de su rápida construcción excavada en la roca, indican una población sedentaria alta, una división administrativa que pudiese organizar los diferentes aspectos de la comunidad (la construcción, el mantenimiento de cultivos, ganado, pesca, la distribución de recursos, etc) y un plan preciso y concreto para el futuro. No es la simple supervivencia de un grupo de unidades yuxtapuestas, sino un sistema organizado con un fin e intenciones claras de cara a su propio porvenir.
En las excavaciones arqueológicas de la ZAMB, se ha podido constatar cuando se produjo el abandono de este sistema de fosos, la colmatación de los mismos y el derrumbe de la muralla, con la dispersión de la población, que adopta otros modelos de construcción diferentes. Esto acaecía en el Bronce Pleno.
Junto a la literatura científica que está generando este yacimiento, han surgido escritos más sensacionalistas sobre la hipotética relación de este enclave con la Atlántida. Sin caer en ese juego de vinculaciones míticas, lo que sí es incuestionable es el cambio radical que esta población de Marroquíes Bajos ha introducido en nuestro conocimiento y consideración de las sociedades neolíticas de Europa meridional. No obstante, se echa en falta un trabajo compilador por parte de los especialistas.
Además de toda la superficie que queda por excavar, hay una gran cantidad de material que se ha extraído (vasijas, utensilios y herramientas, elementos sagrados, restos animales y humanos) que por ahora duerme en cajones en instalaciones del Museo Provincial. La Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos, en Jaén, todavía tiene mucho que mostrarnos sobre cómo entendía la vida el hombre de hace más de cinco mil años.
Bibliografía.
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- G. Díaz-Motexano “La antigua Jaén, una ciudad prehistórica de Andalucía similar a la Atlántida de Platón”. “La-Atlantida-de-Platon.pdf”
La-Atlantida-de-PlatonG. Díaz-Motexano “Descubren símbolo de la ciudad de Atlantis en primivitiva cerámica de Jaén, Andalucía”. “La-Atlantida-de-Platon”La-Atlantida-de-Platon - A. Sánchez, J. P. Bellón, C. Rueda (2005). “Nuevos datos sobre la zona arqueológica de Marroquíes Bajos: el Quinto Foso”. Trabajos de Prehistoria, nº 62 (2): 151-164.
- N. Zafra de la Torre, F. Hornos, M. Castro (1999). “Una Macro Aldea en el origen del modo de vida campesino: Marroquíes-Bajos (Jaén) c. 2500-2000 cal ANE”. Trabajos de Prehistoria, nº 56 (1):77-102.
- N. Zafra de la Torre, M. Castro, F. Hornos (2003). “Sucesión y simultaneidad en un gran asentamiento: la cronología de la Macro Aldea de Marroquíes Bajos, Jaén c 2500-2000 cal ANE”. Trabajos de Prehistoria, nº 60 (2): 79-90.
- G. Díaz-Motexano “La antigua Jaén, una ciudad prehistórica de Andalucía similar a la Atlántida de Platón”. “La-Atlantida-de-Platon.pdf”