Existe en Galicia la creencia muy generalizada de que la muerte no es sino el simple tránsito del mundo de los vivos al mundo de los muertos, y de que unos y otros mantienen una frecuente relación de ayuda mutua: los muertos ayudando a los vivos en sus dificultades en la vida, y los vivos ayudando a los muertos en su difícil tránsito por el más allá.
Esto se ha concretado en Galicia en una serie de rituales y tradiciones que han perdurado hasta nuestros días, a pesar de que sus raíces se hunden en la noche silenciosa del mundo celta. Yo aún pude escuchar alguna de ellas a la lumbre del viejo hogar campesino, donde todos, imbuidos de ese miedo y respeto que provoca lo mágico, hablan de los muertos, siempre presentes en su vida y en los caminos de sus aldeas, hablan de la temible “COMPAÑA”[1].
Como “cosas que ocurren en la noche”, se reconocen una serie de fenómenos paranormales englobados en el término “LA COMPAÑA”, y que generalmente son procesiones de difuntos de rostros espectrales, que recorren los caminos vestidos de blanco sudario para anunciar a los vivos una muerte cercana, o bien para hacer a los desafortunados que se encuentran con ella víctimas de sus iras. Por eso, en distintas partes de Galicia se habla de una “Compaña de Satanás” y una “Santa Compaña de Dios”.
Con el nombre de “Estadea” o “Estantigua”[2] se describe una procesión de almas en pena que, procedentes del purgatorio y capitaneados por el Diablo, marchan arrastrando cadenas por los caminos nocturnos, y que se aparecen a los vivos para hacerles víctimas de sus iras. Si uno tiene la desgracia de encontrarse con la “Estadea”, debe huir rápidamente o arrojarse al suelo con los brazos en cruz, pues si no, los muertos, rondándole, le preguntarán: “¿Por el aire o por el suelo?”. Y, según lo que elija, le arrastrarán por espinos o pedregales o le harán volar por el aire para dejarle maltrecho en algún lugar alejado de su casa.
La Compaña de Dios o “Santa Compaña” es conocida también por otros nombres, como “As da Noite”[3] o “La Pelegrina”[4], y es una procesión de ánimas que envía Dios para anunciar a los vivos la llegada próxima de la muerte. Se presenta a los ojos del vidente como una procesión de espectros que parecen no tocar el suelo al caminar y que van vestidos de blanco sudario; portan velas o hachones encendidos y hacen que se escuchen fantasmagóricos sonidos de rezos y campanillas. Portan un ataúd donde figura la imagen del futuro difunto. Salen generalmente del cementerio o de la iglesia conducidos por uno o varios párrocos ya fallecidos y se dirigen a casa del futuro muerto. Es una imagen astral del futuro entierro.
En otras versiones, es una procesión de difuntos, todos ellos conocidos o vecinos ya fallecidos del futuro muerto, y que vienen a su casa para anunciarle el fin de su vida. Otras veces es el desafortunado vidente el que, tras el fatal encuentro, comenzará a decaer y a enfermar hasta su muerte.
Si uno tiene un encuentro con la Compaña, jamás debe aceptar nada que esta le ofrezca, pues si por descuido uno de los muertos le pone en la mano un hachón o una vela, el desgraciado verá con horror como esta se convertirá en su mano en un hueso de difunto, y quedará obligado a guiar a la “Santa Compaña” todas las noches para anunciar sus fatales llamadas, pues delante de la Compaña, siempre va un vivo que la guía. Este hombre es conocido como el “HOME DO OSO”[5], y cada vez que sale la “COMPAÑA”, lo primero que hará será ir a buscarle para que le guíe hasta la casa del futuro difunto. El infeliz solo podrá verse libre de tan duro trabajo cuando logre endosar a otro vivo el hueso, quien pasará entonces a ser el nuevo “HOME DO OSO”. En las aldeas gallegas, cuando alguien estaba demasiado pálido o decaído sin causa aparente, se decía que tenía la “Enfermedad do Oso”[6] o que “andaba con la Compaña”.
En otras zonas el fenómeno se conoce con el nombre de “visión”, y en ella el vidente lo que observa es una representación anticipada del entierro del futuro difunto. Allí ve al cura y a todos los que realmente participarán en el entierro. Verá los lugares por donde este pasará y podrá ver a los vivos que asistirán al mismo. En otras ocasiones, la Compaña solo anuncia su paso con ruidos extraños, sonidos de campanillas o rezos, pero entonces el que lo escucha sabe que alguien cercano va a morir, o tal vez, piensa, él mismo.
Los encuentros con la Compaña siempre son nocturnos, pues aseguran que esta solamente sale de noche, a no ser que por una urgencia deba hacerlo durante el día; pero en tales circunstancias nadie puede verlos salvo los gallos, que cantan a su paso sin descanso.
El gran teósofo español Mario Roso de Luna, en su libro “ El tesoro de los lagos de Somiedo”, habla de la identidad de La Santa Compaña gallega con la “Huestia”[7] asturiana, y nos dice el insigne filósofo que cuando alguien va a morir, desde lo astral, son aquellos amigos y conocidos ya fallecidos del futuro difunto los que, siguiendo las divinas leyes de la armonía universal, vienen a recibir y a guiar a aquel que va a cruzar las oscuras y difíciles aguas que separan las dos orillas.
Todas estas tradiciones, que aún se pueden recoger pueblo a pueblo por todos los caminos de Galicia, son un verdadero patrimonio de nuestra cultura espiritual. Porque el alma de un pueblo descansa sobre sus más sagradas tradiciones, al igual que el viento del norte pasa acariciando las hojas de los pinos, surgiendo de ello himnos de ininteligible magia y verdad.
Dicen algunos ancianos que con ellos desaparecerá la Compaña, pues hoy ya casi nadie cree en estas cosas. Aunque a mí siempre me quedará la duda de si esa falta de fe no es la terrible ceguera espiritual que el mundo moderno ha provocado en nosotros.
José Alberto García
NOTAS
[1] Compañía.
[2] Algunos autores derivan “Estantigua” del término castellano “Hueste Antigua”.
[3] “Las de la noche”. Se dice que son almas buenas enviadas por Dios para ayudar al que va a morir.
[4] La peregrina.
[5] Hombre del hueso.
[6] Enfermedad del hueso.
[7] Posiblemente también la palabra bable venga del castellano “Hueste”.